En una reciente entrevista para el medio Político, el presidente de la SEC Gary Gensler ha hablado a propósito de las predicciones con IA dentro del mundo de la inversión. El directivo describió lo más parecido a un escenario futuro de confusión, en donde las principales casas de inversión terminan usando como referencia la solución propuesta por un número limitado de algoritmos.
El riesgo de concentrar las decisiones en un puñado de bots es evidente, y ya lo estamos viendo cuando examinamos los productos que residen en manos de las grandes tecnológicas.
Si una IA de última generación como Gemini es capaz de mostrar soldados alemanes de la II Guerra Mundial afroamericanos, ¿Quién dice que no pueda tener un error de cálculo o juicio a la hora de medir una exposición a futuros?.
Dijo Gensler:
“Hemos establecido muchos de nuestros sistemas de supervisión y reglas para regular entidades o actividades individuales, ya sean reguladores bancarios, reguladores de seguros, reguladores de valores o reguladores de materias primas […] ¿están potencialmente todas usando el mismo modelo base o datos base?”
El riesgo existe y parece ser cada vez más evidente. Fiar las decisiones de inversión a las predicciones con IA no garantiza que a futuro se eviten nuevas crisis financieras. Es más, podrían resultar mucho más agresivas si la fuente del problema es más generalizada. El propio gobernador de la SEC considera que la concentración será una tónica clave la próxima vez que el universo financiero se tambalee:
“Me sorprendería mucho si en los próximos 10 o 20 años se produjera una crisis financiera y no hubiera en algún lugar una dependencia excesiva de un único conjunto de datos o de un único modelo de base”
Si bien estamos hablando de una opinión personal, cabe tomarla en cuenta viniendo de la persona que viene. Especialmente porque cuenta con un mayor conocimiento de las circunstancias del mercado, así como con la capacidad de regularlo.
Fraude en las predicciones con IA
Por curioso que parezca, juntar IA con inversiones puede tener un doble riesgo. El primero de ellos es aquel que ha dado origen al presente artículo, y es el riesgo de concentrar decisiones financieras en un algoritmo a la hora de invertir en bolsa; el segundo es el que ya estamos viendo en el mercado, y es emplear la IA como falso reclamo para atraer clientes.
El pasado 18 de marzo, la SEC multó a dos compañías, Delphia y Global Predictions, con 400.000 dólares por publicidad engañosa en alusión a esta tecnología. Según afirmaban, cada cual por su lado, empleaban sofisticados algoritmos para realizar predicciones con IA, cuando en realidad no era así.
A propósito de este caso, Gensler afirmó lo siguiente:
“Descubrimos que Delphia y Global Predictions anunciaron a sus clientes y posibles clientes que estaban usando IA de ciertas maneras cuando, en realidad, no lo hacían […] Hemos visto una y otra vez que cuando aparecen nuevas tecnologías, pueden generar rumores entre los inversores, así como afirmaciones falsas por parte de quienes pretenden utilizar esas nuevas tecnologías. Los asesores de inversiones no deberían engañar al público diciendo que están utilizando un modelo de IA cuando no es así. Ese lavado de IA perjudica a los inversores.”
Dada la proliferación de estos casos, la propia SEC elaboró un apartado especial en donde aborda cómo detectar las presuntas estafas de inversión en donde la IA sea el reclamo.
El caso de LTCM
En la memoria de la SEC subyace un caso que marcó un antes y un después en la era de la inversión automatizada. Se trata del auge y caída del fondo Long-Term Capital Management, un vehículo creado entre otros por dos premios nobel, Myron Scholes y Robert C. Merton, quienes emplearon un complejo algoritmo matemático para determinar arbitrajes tanto en renta fija como en renta variable.
Su estrategia de retorno absoluto fue un enorme éxito durante varios años en los que batió consistentemente a sus rivales. Por poner un ejemplo, en 1995 obtuvo un resultado del +42,8% y en 1996 un +40,8%. Llegó a alcanzar los 126.000 millones de dólares en activos bajo gestión, hasta que finalmente en 1998 tuvo que ser rescatado ante la inminente quiebra a la que se veía expuesto.