El pasado mes de diciembre de 2023, un total de 22 países firmaron una renovación del acuerdo de la COP28. Lo más llamativo es que se comprometían a triplicar su potencia en energía nuclear hasta el 2050, algo que en paralelo evidenciaba una realidad palpable: las renovables, a día de hoy, no son sustitutos válidos.
A nivel mundial se ha proyectado la construcción de cerca de 60 centrales nucleares nuevas, al tiempo que el consumo de sus recursos se está disparando. Los motivos que impulsan esta realidad son básicamente tres: operatividad, cero emisiones e independencia.
Las centrales nucleares pueden ofrecer un periodo operativo de cerca de 7.000 horas al año. Las renovables, por su parte, siquiera llegan a las 2.000 por diferentes motivos. Un argumento que evidencia, el hecho de que no se puede dejar nuestra producción energética en manos de un modelo inconstante, ya que la necesidad doméstica e industrial es 24 horas al día, los 7 días de la semana.
En España por ejemplo, las 7 centrales en activo proporcionan el 20% del total energético consumido. Mientras que en Francia es del 69%.
Por otro lado, en el proceso de generación de energía nuclear (mediante fisión) no hay contaminación alguna. Esas enormes columnas de humo que vemos salir de las centrales no son sino vapor de agua. De hecho, esas chimeneas de grandes proporciones son torres de refrigeración. Es por eso que la energía nuclear ha obtenido la designación de libre de emisiones, al mismo nivel que la eólica o la solar.
El incremento del uso de la energía nuclear está vinculado a la soberanía energética. La dependencia a recursos como el petróleo o gas natural hace que un selecto grupo de países tengan “el grifo” de los mismos. Situación similar ocurre cuando la orografía/clima del país no es propicia para instalaciones solares o mareomotrices. Sin embargo, un reactor nuclear, de mayor o menor tamaño, puede instalarse en cualquier lugar, y el consumo de uranio no es tan intensivo.
España a la contra por motivos políticos
Desde el pasado 1 de enero de 2023 tanto el gas natural como la energía nuclear tienen el calificativo de energías verdes para los estados miembros de la UE. Esto hace que puedan seguir empleándose dentro del mix energético que, como objetivo último, ha de llevarnos a la transición energética, rompiendo con la tradicional animadversión que se vino mostrando en los últimos años.
La crisis de coste energético vivida en 2022 hizo que la práctica totalidad de los países europeos dieran un giro de 180 grados a sus políticas. No es asumible que Europa tenga que cargar con la rémora de un cambio a las renovables cuando el resto del planeta no lo hace. De hecho, por poner sólo un ejemplo, durante la post pandemia China ha construido más centrales térmicas (es decir, de carbón) que centrales han sido desactivadas por el resto de países a escala mundial.
El sectarismo que muestra el actual gobierno español parece ser impermeable a estas realidades. Su objetivo sigue siendo desmantelar todas las centrales nucleares antes de 2035. El movimiento bien recuerda al conocido ecocidio que ha llevado a la industria alemana a su punto límite.
Marcha atrás en Alemania a raíz de la invasión de Ucrania
A comienzos de la década del 2000 el canciller alemán Gerard Schröder firmó la debacle de su economía al escoger el cierre definitivo de las nucleares. Ya entonces esto puso en alerta a todo el sector a nivel mundial, llevando a varias de las principales empresas del sector a sufrir fuertes pérdidas. Esto aún y cuando sus atractivos dividendos han sido un buen reclamo.
Más tarde se ha sabido que detrás de esta decisión, al igual que detrás de todo el movimiento antinuclear, ha estado siempre Rusia. Curiosidades de la vida, el político alemán terminaría entrando en la directiva de Rostnef, la mayor petrolera rusa. Para ser justos, el programa Energiewende de Merkel de 2010 sería la estocada definitiva, siguiendo la tendencia anti energía nuclear emprendida por su antecesor.
Sólo la invasión de Ucrania, evidenciando la excesiva dependencia del gas natural ruso, ha conseguido quitar la venda de los ojos germanos y hacer que se plantee un nuevo programa.
Aparecen los primeros ecologistas a favor de las nucleares
Tal y como hemos visto, por el momento España parece ser la única de las grandes economías que continúa moviéndose por motivos políticos. La situación ha llegado incluso al punto de que comiencen a emerger ecologistas pro-nucleares como es el caso de Econucleares. Este grupo de activistas, según afirman, no son contrarios a la transición energética, sino que abogan porque ésta se haga de forma ordenada y sin cercenar nuestra capacidad energética.
Cerrar centrales nucleares ya no se lleva en ninguna parte del mundo. Cambiará de idea España, el último país del mundo con un plan de cierre vigente? https://t.co/QDb2Hi7Gbk
— Econucleares (@econucleares) February 1, 2024
La guerra contra el ministerio que lidera Teresa Ribera pasa por evidenciar la paradoja de eliminar un modelo no contaminante como lo es la energía nuclear y optar en cambio por el gas natural. Pocos argumentos se puede encontrar a favor de un recurso que no deja de ser fósil, emite CO2 a grandes cantidades y además es importado. Parece que la disputa no ha hecho más que empezar.