El 5 de octubre de 2011 fallecía Steve Jobs, dejando un patrimonio tras de si que todavía hoy disfrutan sus herederos y allegados. Jobs fue una figura icónica, cuya imagen trascendió la del self-made man estadounidense para ser la de una suerte de gurú de la tecnología. ¿Quién hubiera pensado que la gente tendría pegatinas de “la manzana” adheridas a sus coches como forma de sentirse parte de una importante comunidad que iba más allá de ser meros compradores?
Steve Jobs había conseguido que una empresa fuere casi una religión, girando en torno al mundo que viene. Apple había revolucionado al mercado gracias a innovaciones en sus productos estrella, como el iPhone, el MacBook o el iPad. Dicho sea de paso, el iPad sería precisamente la última creación que pudo presentar Jobs al mercado.
La mayor parte de la fortuna de Jobs eran acciones de Disney
En el momento de su fallecimiento, el patrimonio de Jobs se cifró en 10.200 millones de dólares. Paradójicamente, de esta cuantía sólo 2.000 millones eran a causa de su accionariado en Apple, y la mayor parte provenía de las 138 millones de acciones Disney que poseía.
La explicación la encontramos en Pixar, el estudio de animación que fue responsable de grandes éxitos de taquilla como Toy Story, Buscando a Nemo o Monstruos SA. En 1986, recién salido de Apple, Jobs fundó NeXT y adquirió a LucasFilms, la empresa de George Lucas, su división de animación gráfica por 10 millones de dólares. De esta división nacería Pixar.
Años más tarde, cuando Jobs había regresado a la tecnológica y asumido el cargo de CEO, el gigante del entretenimiento Walt Disney compró Pixar. La operación supuso que el empresario obtuviera millones de títulos de Disney, convirtiéndose en el pilar fundamental de su patrimonio.
¿Cómo se repartió la herencia de Steve Jobs?
El reparto de la herencia iría en consonancia con la peculiar forma que tenía el difunto de entender el mundo. A pesar de ser una de las grandes fortunas del país, consideraba que la acumulación de riqueza podría ser un problema, en tanto que se crearía una dinastía de hijos y nietos acomodados y sin iniciativa por sí mismos.
Así, el importe íntegro recayó en su mujer, Laurene Powell Jobs, y en menor medida legó también a su primera hija (que durante años no había sido reconocida) Lisa Brennan. Los hijos en común de Steve y Laurene, que se llaman Reed Paul, Eve y Erin Sienna, no recibieron un centavo. Su parte legítima iría depositada en fideicomisos que se irían desbloqueando con el paso del tiempo, de esta forma cada uno tendría que trabajar por su propio sustento y aprender a salir adelante.
Parece que así ha sido. Reed Paul es a día de hoy oncólogo, Erin ha desarrollado estudios de arquitectura y diseño mientras que Eve ha hecho carrera como jinete y modelo.
Donaciones y activismo
Por su parte, Laurene Powell Jobs ha dedicado la fortuna a obras caritativas y de filantropía. La mujer mantiene el mismo espíritu de desapego por el dinero y también tiene claro que no quiere que caiga sobre sus hijos tan inmenso patrimonio. En estos años, a través de la ONG Emerson Collective que ella había fundado ya en 2004, Laurene ha ido realizando millonarias donaciones a diversas causas sociales y benéficas.
Es, además, amiga directa de Bill y Melinda Gates, con quienes ha colaborado en más de una ocasión en favor de diferentes causas. También se le relaciona con el Partido Demócrata, y habría estado efectuando importantes donaciones para las campañas electorales.
En lo concerniente a los negocios, cabe decir que Laurene realizó inversiones en equipos deportivos, como los Wizards de la NBA, en medios de comunicación, como la revista Atlantic, y empresas de podcasts como Axios. También participa de varios estudios de producción de cine, aunque en realidad ninguna de estas actividades le ocupa su tiempo más que la filantropía.
Cuando Jobs estuvo a punto de ser el hombre más rico del mundo
Como dato curioso, cabe señalar que Steve Jobs pudo haberse convertido en el hombre más rico del mundo de no ser por una decisión tomada en los años 80.
En 1985 existía una guerra interna en la cúpula de Apple. Steve Jobs estaba directamente enfrentado con John Sculley, quien por aquel entonces ocupaba el puesto de consejero delegado. Dicha disputa terminó convocando una reunión extraordinaria de la junta directiva, el 10 de abril, en donde Sculley obtuvo el apoyo unánime de los miembros y terminaron despojando a Jobs de todas sus funciones dentro de la empresa.
Tras aquella decisión, sería cuando Jobs abandonaría Apple y fundaría NeXT, tal y como dijimos anteriormente. En este proceso, el empresario vendió casi todas sus acciones de la tecnológica, pasando de contar con un 20% del accionariado a un simple 0,1%. Esto explica por qué, llegado el momento de su muerte, el peso de Apple en la masa patrimonial de Jobs era simplemente testimonial.
Ahora bien, ¿Qué hubiera ocurrido si Steve Jobs no se hubiese deshecho de todas esas acciones? Pues que a día de hoy el patrimonio del empresario hubiera supuesto una quinta parte de la capitalización de la compañía, que en estos momentos se sitúa en 2,8 billones de dólares.
Efectivamente, con 560.000 millones de dólares convertirían a Jobs en la mayor fortuna del mundo. Hablamos de más del doble de la de Bernard Arnault y tres veces el patrimonio de Elon Musk. Semejante herencia sería compleja de gestionar incluso si te dedicas a repartirla a través de obras de caridad.