En el marco del desarrollo tecnológico global, una nueva oportunidad de negocio comienza a emerger con fuerza. Se trata de la aplicación de la inteligencia artificial generativa o GenAI en el campo del asesoramiento financiero y la planificación patrimonial.
No es la primera vez que el sector financiero hace uso de la tecnología para llevar a cabo sus operaciones de inversión. De hecho, conceptos como el trading de alta frecuencia (HFT) o los roboadvisors ya forman parte de su ecosistema.
A diferencia de éstos, la GenAI pretende no sólo quedarse en la eficiencia e inmediatez del servicio, sino que por el contrario busca proporcionar una ayuda desde un prisma holístico y evolutivo.
¿Qué es exactamente la GenAI?
La GenAI es una rama de desarrollo dentro del basto campo de aplicación de la inteligencia artificial. Podríamos decir que se trata de aquella versión que incluye entre sus características el componente de aprendizaje y evolución. No sólo estaríamos ante una forma de automatizar procesos en base a determinadas reacciones, sino que la propia IA irá mejorando en sus respuestas y sus reacción a tenor de los nuevos datos que ella misma va generando.
Si la GenAI comprende e imita patrones en los datos, esto supondrá que podrá generar contenidos y crear modelos a futuro de manera totalmente autónoma.
Así, mientras que la inteligencia artificial tradicional se basa en una programación explícita y sigue una serie de reglas programadas de antemano, la GenAI podrá operar sin necesidad de que se ejecute ningún programa previo.
Casos prácticos de uso en el ámbito financiero
Si bien es cierto que la intención de la GenAI no es la de de sustituir al profesional de la gestión patrimonial, existen muchos niveles en los que puede mejorar la tarea al empleado y la percepción de servicio al cliente. Algunas de las aplicaciones que podemos encontrar a esta tecnología serían:
- Gestión y detección de riesgos: Con GenAI resulta más sencillo evaluar los riesgos crediticios a la hora de, por ejemplo, conceder un préstamo o adquirir un determinado título de deuda en el mercado secundario. También se puede monitorizar la salud financiera de un cliente para poder tomar decisiones sobre éste antes de que empeore a niveles irreversibles.
- Optimización de las carteras de inversión: Vigilando la evolución de los activos en custodia y las circunstancias del mercado, la GenAI puede ayudar en el rebalanceo de los pesos, los cambios de asignación e incluso la modificación de las inversiones.
- Interacción y relación con clientes: Se puede generar contenido dinámico y adaptado a los intereses y gustos de cada persona. Además, la comunicación se convierte en un elemento fluido e instantáneo.
- Detección de fraudes: Cuestiones como el análisis biométrico y grafológico, verificación de la documentación en busca de alteraciones o simplemente comprobación de la información aportada. Las posibilidades son múltiples y todas ellas importantes.
Esta somera compilación ya de por sí ofrece razones de peso suficientes como para percibir la utilidad de la GenAI. Será cuestión de tiempo ver cómo se implementan poco a poco los programas dentro de la sistemática de trabajo de cada empresa de gestión de patrimonios.
La nueva generación de asesores abraza la inteligencia artificial
Con bastante frecuencia se da el caso de que los más veteranos del sector son los más reacios a los cambios. En la industria financiera no encontraremos nada distinto. En su reciente informe, la firma de consultoría Advisor360º ha recogido una encuesta a 300 profesionales del sector con una edad media comprendida en los 37,6 años.
De dicha encuesta se recoge que el 64% de los profesionales considera que la GenAI resultará de ayuda en su trabajo diario, y el 57% opina que también será útil para el común de la industria.
Además, el informe considera que la utilización de GenAI puede ser beneficiosa en la misma proporción para la operativa de front office y para la operativa de back office en un 25%, si bien con el 34% de las respuestas sería el backoffice el apartado que mejor integraría el uso de la tecnología. Sólo un 16% de los encuestados cree que no proporcionarán cambios sustanciales.